viernes, 16 de marzo de 2007

De horroris

Vean bien esta foto. Mírenla bien. Pueden hacer click para ampliarla y después volver acá. Pero préstenle atención. Grábensela en la memoria. Porque no pasó en Marte. Pasó acá, en La Tierra. En África. Acá nomás. Tómense el tiempo para mirarla bien.

En este blog encuentro la explicación a esta foto:

"En Sudán, un buitre espera a que una niña desnutrida se muera para comérsela. Del otro lado del objetivo, un fotógrafo, Kevin Carter, espera durante horas a que la niña también muera para hacer la fotografía. Ganó el premio Pulitzer 1994. Se suicidó a los pocos meses. De la foto dijo que era la mejor que había hecho en su vida pero que la odiaba, que no podía ni verla. No ayudó a la niña."
Más allá de las opiniones sobre la (falta de) ética del fotógrafo, no encuentro palabras para expresar lo que muestra esta foto. ¿Se dan cuenta de que estamos viendo a un ser humano? UN SER HUMANO. Es una persona como vos, como yo, y se está muriendo de hambre.

Repito, a ver si queda claro: LA FOTO MUESTRA A UN SER HUMANO MURIÉNDOSE DE HAMBRE. Esa nena no tuvo nada para comer. Seguramente no comía desde hacía días. Y en otras partes del mundo se gastan cientos, miles de dólares en una sola comida. Y esta nena se muere porque no tiene qué comer. No puede pedir una moneda en la calle. No hay quien la ayude.

¿Podemos ser TAN HIJOS DE PUTA los seres humanos? Tan, pero tan recalcadamente hijos de mil millones de putas, que permitimos que pase esto, mientras en el resto del mundo hay alimentos de sobra?

¿Qué vamos a esperar? ¿Que un buitre venga y se coma a nuestro propio hijo? Ah, claro, pero acá no hay buitres (me refiero a las aves; políticos tenemos para regalar). ¿O nos vamos a dar cuenta cuando nosotros no tengamos qué mierda llevarnos a la boca y empecemos a ver a nuestros vecinos como opción para la cena?

Puede que este post me haya salido más desarmado que lo habitual, pero no me importa.

Ah, y al que me diga que exagero o que soy muy negativo, que se vaya a la concha de su madre.

Dixit.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Miembro del Bang Bang Club, Kevin Carter, junto con un grupo de fotógrafos decidieron dedicar su vida a transmitir, mediante el poder de las mismas imágenes, postales del horror de la guerra, el hambre y la miseria en carne propia, con el fin de despertar conciencia de sus pares, dándole un nuevo significado a un oficio tan presuntamente fútil como lo podría ser un fotógrafo, un testigo mudo de la realidad.

Su fotografía más famosa le otorgó el premio Pulitzer de 1994, dio vueltas alrededor del mundo, cubriendo su nombre de un reconocimiento que él comenzó a odiar hasta el límite de lo intolerable, una foto que puede considerarse la suma de lo inhumano: en primer plano un niño sudanés está doblado sobre la tierra, casi moribundo, a causa del hambre. Unos metros más allá, un buitre observa con serena impaciencia el desenlace del drama para iniciar el banquete.

La culpa y la vergüenza aumentaba en proporción a la celebridad del fotógrafo, a pesar de la aberración de la cual sus ojos eran testigos, no había podido soltar su cámara para socorrer a la niña, y este acto de cobardía se había materializado en un premio Pulitzer y en la portada del Times.

Unos meses después de obtener el premio abrumado por la culpa a la edad de 33 años Kevin Carter se suicidó conectando una manguera al caño de tubo de escape y aspirando los gases tóxicos. Días antes al terrible suceso había declarado con respecto a la foto del premio: "Será la foto más importante de mi carrera, pero no quiero ni verla. La odio. La tragedia y la violencia son imágenes poderosas; por eso se pagan así. Pero algo de la emoción, de la empatía y la vulnerabilidad que nos hacen humanos se pierde cada vez que apretamos el gatillo".

También dijo David Suárez: “el encuadre de Kevin Carter es el mismo que el del ave de rapiña que espera impaciente la muerte del niño. Son dos testigos de una misma agonía: para el buitre, el plato a devorar; para el fotógrafo, es la imagen maldita de la muerte del hombre, de todos los hombres“.

Kevin Carter, un judas contemporáneo atormentado por legiones de demonios que será maldecido por muchos, pero no ha hecho más que mostrar el grado de deshumanización de todos los hombres que buscan un Apocalipsis en números, asteroides y anticristos.