martes, 20 de marzo de 2007

Vi la luz

Corría algún mes entre abril y noviembre de un año que probablemente sea 1992, pero puede que sea antes de julio de 1993. No viene al caso. Viajaba yo en un coche de la actual línea 144, que no recuerdo si por ese entonces todavía era la línea 6. Tampoco viene al caso.

Yo estaba haciendo mi carrera de Técnico y cursaba a la noche. En una ocasión volvía a mi casa en el susodicho colectivo con un compañero de estudio, que enseguida se bajó. A los pocos segundos sentí que alguien me miraba. Giré mi cabeza hacia la izquierda y vi que, en efecto, había alguien mirándome. Era una mujer. En ese momento hubiera dicho "una vieja", aunque calculo que habrá andado por los 30 y pico de años. Hoy diría que es "una chica". En fin, sigo con el relato.

Al ver que yo también la miraba, esta buena mujer se levantó de su asiento y se sentó al lado mío. Sí, se sentó al lado mío. Todavía atónito por esto, alcancé a mantener la conversación que cito (aproximadamente) a continuación:

Mujer: Hola :)
Yo: Hola... O_o
Mujer: Vengo a hablarte de alguien que te ama.
Yo: (¿a quién habré embarazado?) ¿De quién?
Mujer: Vengo a hablarte de Jesús.
Yo: (uf, zafé) Aaaah...
Mujer: Sí... yo te vi y sentí una voz adentro mío que me decía "Hablale de mí, porque no me conoce".
Yo: ...
Mujer: Vos tenés que abrirle tu corazón, porque-
Yo: (esta es la mía) Yo ya le abrí mi corazón, y creo que Él está adentro de mí-
Mujer: ¡ALELUYA! ¡ALELUYA!
Yo: (sintiendo que mi cara va cambiando de matiz) Sí... sí...
Mujer: ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! ¡Ay, qué alegría!... Decime, ¿vos vas a la iglesia?
Yo: No, porque yo creo que Dios está en todos lad-
Mujer: Mirá, yo te invito a la iglesia que voy yo, que queda en (no me acuerdo adónde era, pero digamos que en la loma del culo).
Yo: Bueno, gracias...
Mujer: Y ahora me voy porque me tengo que bajar... Yo soy Alicia, ¿y vos?
Yo: Capitán Primate.
Mujer: ¡Bueno, un gusto, Capitán Primate! ¡Dios te bendiga! (me da un beso)
Yo: Chau, suerte...

En esa época yo usaba un estilo capilar que no podría definirse como "pelo largo", porque no me llegaba ni a los hombros, pero tampoco era corto. En una palabra podría definirlo como "un-día-dejé-de-ir-a-la-peluquería-y-el-pelo-me-siguió-creciendo-sin-forma". Eso, tal vez sumado a mi aspecto de post-adolescente pasado de vueltas, seguramente me hizo parecer evangelizable ante los ojos de esta buena mujer, que seguramente no esperaba encontrarse con un anarquista cristiano en estado larval (aunque en esa época yo no sabía que lo era) en un colectivo.

En otros posts, cuando tenga ganas, voy a ir disertando acerca de estos temas (religión, etc). Por ahora sólo me queda decir dos palabras: Alelú, Alelú...

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