martes, 27 de marzo de 2007

Marketing cero

Ayer fui a Pascal. Quería averiguar precios de monitores LCD e impresoras multifunción.

Entré al elegante local, decorado como si de un supermercado se tratara (supongo que para dar la sensación de autoservicio, como que uno puede elegir lo que va a llevar). Al rato apareció un... llamémoslo "vendedor". Apareció este vendedor. Y mantuvimos un ¿diálogo? como el que sigue:

Yo: Hola, quería averiguar precios de monitores LCD y de impresoras multifunción. Vi en una revista que tienen monitores ViewSonic de 17" wide...
Vendedor: ... (sacude la cabeza de lado a lado)
Yo: ¿No te quedaron más, o no traen?
Vendedor: No (sacude la cabeza de lado a lado)... ahora solamente tengo los LG...
Yo: ¿Y tienen que recibir de los otros?
Vendedor: No sé... (sacude la cabeza de lado a lado)
Yo: Bueno, eso está. Ahora quería ver el tema de los multifunción...
Vendedor: Tenés los Epson y los HP.
Yo: Sí, ya sé; lo que quería saber es cuál me convendría comprar, porque le voy a dar un uso hogareño, ni fotos ni nada de eso...
Vendedor: Y... cada marca tiene sus pro y sus contras...
Yo: (¡ya lo sé, pedazo de idiota!) ¿Y cuáles serían?

Después de esto, el ¿diálogo? se prolongó durante unos minutos más, luego de los cuales me di cuenta de que estaba haciendo papel de idiota, tratando de sacarle información a un tipo que evidentemente no tenía ganas de vender ni un alfiler.

Ahora, yo me pregunto ¿por qué hay vendedores que te atienden como si te estuvieran haciendo un favor, o como si vos les estuvieras mendigando que te regalen algo? Yo sé que las condiciones de trabajo son duras, que uno no siempre está de buen ánimo y que el humor varía, pero de ahí a ser atendido por un autómata (no sé si finito, si determinístico, o qué), hay una gran distancia.

Lo noto especialmente en los vendedores de hardware, que te miran como si ellos fueran dioses del conocimiento tecnológico y vos un simple ser humano pidiéndoles que, en su magnificencia, se dignen a asesorarte. No se dan cuenta de que poniéndose en esa postura solamente consiguen que uno los deteste y no tenga ganas de volver a tratar con ellos nunca más.

Yo, por mi parte, ya sé que a ese lugar (Pascal) no vuelvo a pisar en mi vida, ni para comprar un CD virgen. Y la próxima vez que me atiendan de esa forma en cualquier otro lado, voy a tratar de juntar fuerzas y simplemente decir "Mirá, voy a volver en otro momento, cuando tengas ganas de venderme algo. Gracias por nada.". Y después voy a salir muy tranquilo, como si nada. A fuerza de costumbre se va a volver más fácil.

Pascal, computadoras... tirurururí... ¡Pascal!

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