lunes, 4 de diciembre de 2006

Jaulas

Un león enjaulado no es un león.
Un pájaro enjaulado no es un pájaro.
Un hombre enjaulado no es un hombre.
Un alma enjaulada no es un alma.

Para ser libre hay que abrir la jaula.
Para abrir la jaula hay que encontrar la llave.
Para encontrar la llave hay que buscarla.
Para buscar la llave hace falta el deseo de encontrarla.

Pero no es el deseo lo que nos mueve. El sólo deseo no sirve y, peor aún, pasa a formar parte de la jaula.

Es el deseo convertido en acción lo que nos hace buscar la llave.

Y entonces se encuentra la llave.
Y después se abre la jaula.
Y después se es libre.
Y después se tiene alma.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu razonamiento tiene algo de correcto, sin embargo te digo que la llave no se encuentra porque no se atreven a buscarla.
Seguramente vas a coincidir conmigo cuando te digo que la llave la tenemos con nosotros pero no nos animamos a usarla.
Así que nada de llaves perdidas. Si nos sentimos como en una jaula es por propia definición. Y esto es una autocrítica también.
Ah, por último el profeta Daniel estuvo enjaulado y no por eso perdió su hombría, mucho menos su alma, al contrario se hizo más fuerte.
Jesús, Bruno, Galileo creo que son ejemplos de quienes se reencontraron consigo mismos estando precisamente entre rejas.
Respetuosamente: DHM