viernes, 9 de febrero de 2007

Memoria crepuscular

Suena el despertador. Lo paro para que deje de sonar un rato, aunque más no sea 5 minutos. Blanco. Cuando me doy cuenta, estoy en la ducha terminando de bañarme. Salgo de la ducha y el chirrido de la canilla me recuerda al sonido del despertador. Blanco. Cuando me doy cuenta, estoy entrando a la oficina. El zumbido del portero eléctrico me recuerda al sonido del despertador. Blanco. Cuando me doy cuenta, estoy sentado frente a la máquina viendo por qué cuernos será que este programa no compila. Y el sonido del mensaje de error vuelve a recordarme al despertador. Blanco. Cuando me doy cuenta, estoy terminando de almorzar. Pasa un auto, y la bocina me recuerda al sonido del despertador. Blanco. Cuando me doy cuenta, estoy terminando de hacer funcionar a ese maldito programa que no compilaba. Y el bip de la máquina vuelve a recordarme al sonido del despertador. Blanco. Cuando me doy cuenta, estoy saliendo de la oficina. Recibo un mensaje en el celular, y el sonido es igual al del despertador. Blanco. Cuando me doy cuenta, estoy llegando a casa. Entro. Y no lo puedo creer. Ahí, en mi cama, hay alguien. Y me acerco. Y veo quién es. Y soy yo. Y el despertador sigue sonando, más fuerte que nunca.

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