miércoles, 8 de agosto de 2007

Pequeña victorieta

Hubo una noche en la que pudo vencer al vampiro.

No lo planeó. Siquiera lo pensó.

El vampiro lo esperaba en el lugar de costumbre, agazapado.

Y él no fue. No apareció.

Rompió la inercia. Cambió de lugar. Tomó otro camino.

Y pudo ver lo que había. Había algo diferente. Otras luces.

El vampiro esperaba impaciente su dosis diaria. Pero él no llegaba.

Cuando él llegó, el vampiro yacía agotado y desfalleciente. Apenas si tenía fuerzas para volver a su guarida.

Y fue así como él supo que podía ser libre si lo deseaba.

Al otro día se despertó feliz. Satisfecho después de una noche de sueño sin culpa.

Al reflexionar sobre lo ocurrido, se dio cuenta de que en realidad había sido fácil porque no lo había pensado tanto.

A veces pensar demasiado es tan malo como no pensar en absoluto.

Pero eso ahora no importa.

Importa que el vampiro perdió una batalla. Y él ganó muchas.

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